Opinión de la Iglesia Católica
Eusebio de Cesarea, Justino mártir, Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano, Ireneo de Lyon y Atenágoras de Atenas identifican los "hijos de Dios" con ángeles.
Eusebio de Cesarea
"Euseb., Praeparat. Evang. 5,4... Eusebio
veía en este pasaje bíblico el origen de las leyendas griegas sobre los
gigantes y titanes, los cuales provenían de las relaciones entre las
divinidades y las mujeres” (Euseb., Praeparat. Evang. 5,4. Algunos
autores traen a colación ciertas creencias populares aún existentes
entre los beduinos sobre las posibles relaciones sexuales entre los djin
o genios demoníacos y las mujeres; cf. J. A. Jaussen, Coutumes
Palestiniennes I (Naplouse) p.230-234; J. Chaine, o.c., p.103)".
(“Biblia Comentada”, Profesores de Salamanca, texto de Nacar Colunga.
Editorial Católica S. A. 1961)
Justino mártir
"Para la opinión sobre Génesis 6,1 vea San Justino, Apol. II, 5.”. (Enciclopedia católica. Ed. The Encyclopedia Press, 1913.
Sexto Julio Africano (c. 160 - c. 240) condena la opinión de que los "hijos de Dios" eran ángeles, y san Agustín de Hipona, en su libro La ciudad de Dios, dio la interpretación que se sigue desde entonces en la Iglesia Católica, que enseña que la expresión "hijos de Dios" en la Biblia debe utilizarse sólo para referirse a los descendientes de Set, llamados así por su amor de Dios, mientras que los que se unieron con los gigantes serían ángeles caídos, es decir, demonios. Julio Africano y Agustín para apoyarse citan a Mateo e interpretan una frase de Jesús que dice que "los Ángeles no se casan".
La erudición moderna dentro del catolicismo se inclina por la tesis de los primeros:
La nota de la Biblia de Jüneman dice: “b. Ángeles inferiores, antropomorfos. c. Aquellas hijas superiores eran de belleza sobrehumana; de modo que aquellos semiángeles, prevaricando, decayeron de su estado, eligiendo cada cual para sí la más bella; enlace del que nació la segunda raza de gigantes y héroes; aquellos superhombres de que está llena la tradición antigua”.
El comentario de la Santa Biblia de Martín Nieto dice al pie de página en Génesis 6:1-8: “La promiscuidad de misteriosos seres celestes con las hijas de los hombres denota el alto grado de corrupción alcanzado por la humanidad. Es verosímil que el autor sagrado haya querido dejar constancia, en estas líneas, de un intento de la raza humana por conseguir una raza superior (¿gigantes, héroes, semidioses?). Tales pretensiones trastocan el orden de la creación, provocando una ruptura profunda entre Dios y los hombres”.
La nota de la Biblia “El libro del Pueblo de Dios”, declara: “1-4. EI
relato bíblico retoma una leyenda popular, que habla de unos seres
sobrehumanos llamados "gigantes". Antiguamente se creía que esos
gigantes habían existido alguna vez sobre la tierra, y su origen se
explicaba por la unión de seres celestiales (los "hijos de Dios") con
mujeres terrenas (las "hijas de los hombres"). Sin pronunciarse sobre la
realidad histórica de este relato mitológico, el autor inspirado se
vale de él para ilustrar -como podría hacerlo una parábola- la
corrupción creciente de la humanidad. Esta intención aparece de manera
explícita en los versículos siguientes (5-6), que expresan el pesar de
Dios por la incontenible expansión del pecado en el mundo”.
Otros prefieren explicar este pasaje como el recuerdo de excesos
cometidos por reyes y magistrados de la Antigüedad. La nota de la Biblia
de Nuestro Pueblo dice: “Como si se tratara de una interrupción en la
lista de descendientes de Adán, nos encontramos con este relato
elaborado sobre una antigua creencia en una raza especial de gigantes
que, según la leyenda, provienen de la unión de los «seres celestiales»,
hijos de Dios, con las hijas de los seres humanos.
El análisis crítico
de la historia que desarrollan estos capítulos enfoca ahora los
comportamientos negativos de los humanos que han traído como
consecuencia la aparición del mal en el mundo. Este relato, patrimonio
cultural de algunos pueblos antiguos vecinos de Israel, sirve al
redactor para describir otro flagelo que sufrió el pueblo, los hijos de
la prostitución sagrada, práctica muy común en todo este territorio del
Cercano Oriente. Los descendientes de estas uniones reclamaban unos
privilegios especiales que por supuesto no tenían, pero que ellos hacían
valer como legítimos, lo cual traía como consecuencia más opresión y
empobrecimiento al pueblo. Este relato también puede reflejar el
recuerdo doloroso de las injusticias cometidas por la familia real.
Recuérdese que el rey era tenido como el «hijo de Dios»; podemos suponer
que sus hijos reclamaban muchos privilegios que representaban una
pesada carga para el pueblo, otra actitud totalmente contraria al plan
divino de justicia y de igualdad”.
Referencias:
Jünemann Beckschaefer, Guillermo, Pbro. “La Sagrada Biblia”. 1928-1992
Martín Nieto, Evaristo. R. P. La Santa Biblia. Ed. San Pablo. Madrid. 1967.
Biblia “El Libro del Pueblo de Dios”. Ediciones Paulinas, 1985
Schökel, Luis Alfonso. “La Biblia de Nuestro Pueblo”. Biblia del Peregrino. Ediciones Mensajero. 2011.
Biblia de Estudio “Reina-Valera”. Sociedades Bíblicas Unidas, 1995.
https://es.wikipedia.org/wiki/Nefilim#cite_note-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario